miércoles, 10 de diciembre de 2008

MULTIFUNCIÓN, MULTICOMPETENCIA, MULTIVOCACION…



A la hora de buscar trabajo y plantearte la preparación idónea para conseguirlo, debes tener en cuenta lo que los expertos llaman HABILIDADES PARA LA EMPLEABILIDAD.





Estas habilidades son características que determinan tu forma de trabajar, de relacionarte con los demás y que las empresas consideran sumamente importantes.
Parece demostrado que determinadas capacidades hacen que el rendimiento de una persona sea muy superior al de otra que tiene los mismos conocimientos técnicos pero que no posee las citadas capacidades.




El valor objetivo de la empleabilidad, está centrado en elementos cuantificables, como pueden ser:

  • sistemas de gestión
  • responsabilidades

  • experiencia

Debido a los cambios socioeconómicos ocurridos los últimos años, las empresas comienzan a plantearse las siguientes cuestiones:
  • ¿Cómo podemos incorporar a los mejores en nuestra empresa para que continúen y aporten solidez a nuestro proyecto de futuro?

  • ¿Cómo podemos identificar a los mejores y, más concretamente, sus características, para que de esa forma podamos buscar en el mercado laboral, aquellos que cumplen las características de éxito que demanda nuestra compañía?

  • ¿Podemos mantener y desarrollar esas características para que esos profesionales crezcan con nosotros y la relación sea beneficiosa para ambos?.


Debido a este nuevo planteamiento, es ahora cuando aparece con fuerza el concepto de empleabilidad, en sus dos variables fundamentales:

- Empleabilidad interna: determina el nivel de competitividad de un trabajador dentro de la empresa ¿Qué aspectos del perfil profesional del trabajador, tenemos que desarrollar para que su formación encaje con las necesidades de crecimiento de la empresa?

- Empleabilidad externa: determina el nivel de competitividad de un trabajador en el entorno del mercado laboral.


¿ERES UNA PERSONA EMPLEABLE?

Un aspirante a formar parte de la plantilla de una empresa moderna lo tiene muy difícil si solamente está dispuesto a desempeñar un único tipo de trabajo y si, además, pretende que ese trabajo sea para siempre y sin cambiar el lugar de residencia.

En los actuales procesos de selección de personal hay un candidato que juega con mucha ventaja sobre los demás: es el que posee empleabilidad. La empleabilidad ha sido definida como: las posibilidades que tiene una persona determinada de encontrar un empleo en un
mercado laboral en continuo cambio. Es tener el perfil profesional adecuado para trabajar en empresas en continua modificación.

Es empleable la persona que es capaz de adaptarse al trabajo cambiante y flexible; también la que está en condiciones de conseguir sucesivos empleos y de ser eficiente en cada uno de ellos.

Los desafíos del mercado laboral

La sociedad de hoy es la sociedad del cambio, de un cambio acelerado que modifica el sentido del tiempo. En el pasado se buscaba la permanencia: el ser humano construía cosas para que durasen. Actualmente las cosas no se hacen para que duren; estamos en la economía de la transitoriedad (usar y tirar), ya que es más barato sustituir que reparar. Si, por ejemplo, se deteriora una pieza de nuestro automóvil, el mecánico ya no hace lo que se hacía antes, repararla, sino que se limita a cambiarla por otra nueva.

¿Cuales son los motores del cambio social?

Uno de ellos es la revolución tecnológica. El segundo “motor” del cambio es la evolución y acumulación vertiginosa de los conocimientos, lo que ocasiona, a su vez, un envejecimiento prematuro de los saberes. El profesional de ayer podía vivir de las rentas de lo que aprendió en las aulas; en cambio, el de hoy, se encuentra con que un elevado porcentaje de esos conocimientos ya no le sirven en su trabajo: se han quedado anticuados en muy pocos años.
Ello le obliga a seguir estudiando, a recibir formación permanente.

Tiende a desaparecer el empleo fijo, de por vida, en una misma empresa y en un mismo puesto de trabajo.

El cambio social provoca cambios laborales. Uno de ellos es el paso del mercado local o parcial al mercado global. El segundo es un mercado incierto, sujeto a las circunstancias que se producen en cualquier momento en cualquier parte del mundo. Es un mercado cambiante: los productos y servicios tienen una vida muy corta (una impresora de ordenador está desfasada al cabo de unos pocos meses). Es también un mercado fuertemente competitivo, ya que la oferta supera a la demanda y sólo se vende lo mejor.

El mercado cambiante origina, a su vez, cambios en el concepto del empleo y del trabajador. Tiende a desaparecer el empleo fijo, de por vida, en una misma empresa y en un mismo puesto de trabajo. Los trabajos son ahora cambiantes y de una duración limitada. Las empresas que no afronten con decisión los retos del cambio se autoexpulsarán del mercado. Ello empieza por innovar de forma continua, por gestionar el conocimiento aplicado. De otro modo no podrán satisfacer las necesidades de sus clientes.

La claves del éxito de las empresas está en el factor humano

Una empresa de hoy se encuentra con que la competencia ofrece el mismo producto y al mismo precio que ella. Ante esto no le queda otra alternativa que buscar la diferencia en otro factor: el de la calidad del servicio. El buen servicio es un “valor añadido” al producto. Quien, por ejemplo, se dispone a adquirir una fotocopiadora valora mucho que cada vez que la máquina tenga una avería el servicio posventa acuda de inmediato.

La orientación al cliente no es un objetivo exclusivo del departamento de ventas de una empresa. Toda la empresa debe asumir esa orientación. Y como los servicios son prestados por personas, es fundamental que éstas estén predispuestas a realizar esa tarea, desde el
director general hasta el portero.

El profesional empleable.

Las empresas saben que para poder adaptarse a los cambios externos es obligado que sus empleados experimenten cambios internos, ya que son ellos, con su actitud, quienes aplican las nuevas formas de hacer. Este cambio de actitud no se limita al conocimiento genérico de las últimas tecnologías; cada trabajador tiene que aprender a utilizar esa tecnología de acuerdo con las necesidades de la empresa a la que pertenece.

Como la clave del éxito está en el factor humano, las empresas persiguen de forma
prioritaria, el rendimiento óptimo de cada persona que trabaja en ellas; pretenden que sea cada vez más eficiente en la adquisición de nuevos conocimientos aplicados y en el desarrollo de nuevas competencias personales. Para conseguirlo establecen planes de
formación continua para todo su personal.

Todo esto explica por qué las empresas de hoy contratan preferentemente a quienes poseen algunos de los rasgos típicos de la persona empleable. También explica por qué las empresas siguen desarrollando la empleabilidad en sus trabajadores.

La vocación profesional

Algunos expertos en el tema añaden otro rasgo de empleabilidad: la vocación profesional. Está comprobado que las personas que eligen su actividad profesional en función de su vocación son más empleables que quienes deciden solamente en función de las conveniencias personales (ganar mucho dinero en poco tiempo, tener un trabajo cómodo…)

Quien se deje llevar por motivos no vocacionales trabajará sólo por obligación, porque no hay más remedio. Será un trabajo sin automotivación y sin implicación personal. ¿Qué empresa contrataría hoy a un candidato sin ilusión, sin entusiasmo y sin ganas de trabajar?

La persona que elige su trabajo siendo fiel a su impulso vocacional juega con mucha ventaja sobre quien no lo hace. La motivación interior suele aumentar considerablemente el rendimiento, hasta el punto de que quien la posee pude ser capaz de abrirse camino donde no lo había. Hoy, por ejemplo, no es infrecuente el caso de licenciados en una carrera de
tipo humanístico que llegan a ser directivos de una empresa de negocios, sobre todo en el departamento de recursos humanos.

Alguien podrá objetar que ese factor de la empleabilidad, la vocación profesional, está en contradicción con una capacidad mencionada más atrás: la de adaptarse a diferentes situaciones de trabajo.

La adaptación a diferentes situaciones de trabajo se refiere, por tanto, a tareas para las que se tiene especial capacidad e inclinación. Una adaptación indiscriminada, no coherente con las cualidades personales sería inviable y acabaría en insatisfacciones y fracaso.

Los profesionales de recursos humanos damos especial importancia a cinco componentes de la empleabilidad:

1.- Tener una preparación flexible, en capacidades técnicas y de gestión, que permita dar solución a cualquier nuevo problema que se pueda presentar.
2.- Estar en situación de adaptarse al puesto de trabajo al que se aspira. Poseer los conocimientos y competencias que pide la empresa en cada caso.
3.- Tener interés y capacidad para en aprendizaje de nuevas tecnologías.
4.- Saber comunicar. Capacidad para las relaciones interpersonales y para el trabajo en equipo.
5.- Movilidad laboral: disposición para acudir donde está el trabajo. Esto incluye disposición para viajar y para cambiar de residencia.

Belén Prendes
Consultora Senior

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El trabajador de cualquier empresa es consciente que debe ser empleable permanentemente si no quiere ver comprometido su puesto de trabajo. Ser empleable a lo largo de la vida laboral requiere un gran esfuerzo por parte del empleado. La actual velocidad de los cambios en las empresas deja fuera del mercado laboral a profesionales que no se han dado cuenta o no han querido ver el nuevo entorno laboral. Ginko como empresa debe ponerlos delante del mercado y rescatar esas competencias profesionales que en su día les hicierón brillantes.

Almirall

Jean-Philippe Nadier dijo...

Como consultores de Outplacement, es precisamente una de las temáticas que trabajamos: detectar las debilidades competenciales y amenazas del mercado que presenta el profesional que ha sido desvinculado, y acompañarle/tutelarle en el proceso de readaptación competencial a las necesidades emergentes de las sociedad profesional, incrementando de esta forma su competitividad y posibilidades de reinserción en el mercado laboral.

Belén Prendes